Como contábamos en artículos anteriores, los festivales y eventos de ocio son un campo abonado para que, potencialmente, se generen kilos y kilos de residuos. Estos residuos son, en su mayor parte, evitables. Pero los que no lo sean (cualquier actividad humana es generadora de residuos) deben ser correctamente tratados y puestos de nuevo en el circuito, siguiendo los preceptos de la economía circular.
Afortunadamente, tanto los organizadores como los asistentes a estos eventos están más concienciados de su papel a la hora de reducir al mínimo el impacto de los residuos abandonados por los asistentes. Es el caso de Glastonbury, festival con más de 30 años de tradición y una referencia en el mundo de los festivales musicales y por cuyos escenarios han pasado artistas de la talla de David Bowie, REM, Paul McCartney, Arctic Monkeys o Muse. Unos 200.000 espectadores aproximadamente pasan por cada edición, lo cual se transforma en una capacidad de generación de residuos de unas 2.000 toneladas.
Pero el ejemplo del festival inglés puede servir de ejemplo para ilustrar la evolución de los organizadores y de la sociedad en general a la hora de tratar los residuos. En 2017, la mayor preocupación del festival era la optimización en la recogida y tratamiento de los residuos, en forma de botellas de PET y envases de un solo uso. La prioridad número 1, en ese momento, era el reciclaje.
2.500 voluntarios participaban cada año en la recogida y separación de residuos. Todo un sistema de reciclado se montaba con hasta ocho líneas mecanizadas de separación de residuos. En palabras de su responsable de gestión de residuos, Robert Kearle, se decidieron a montar su propio centro de reciclaje porque “queríamos ampliar el esfuerzo por mejorar nuestras tasas de reciclaje. Es absolutamente vital porque las instalaciones de reciclaje en el mundo real simplemente no eran capaces de asumir lo que produce el Festival. Producimos una gran cantidad de mezcla pesada y, a veces, muy contaminada con lodo. – material en un período de tiempo muy corto y limitado. Sin nuestra propia instalación de procesamiento, no podríamos reciclar la mayor parte de los desechos producidos como lo hacemos.”
A esta brillante iniciativa le siguió una nueva, en este caso, no se quedaron en el reciclaje de los materiales desechados, sino que se propusieron, en las siguientes ediciones, reducir la generación de residuos. 2019 fue la edición del festival “libre de plásticos”. Para ello, las instalaciones donde se celebra el festival se dotaron de 850 surtidores de agua y se invitó a los asistentes a que llevaran sus propios vasos y/o botellas. El festival, a su vez, repartió sus propios vasos de metal:
El objetivo: reducir gran parte de los 1,3 millones de botellas de plástico que se abandonaban de media en cada edición del festival de Glastonbury.
¿Funcionaron las medidas anti plástico del festival de Glastonbury?
Como es de esperar, pasar de emitir dos mil toneladas de residuos a emitir cero residuos es una tarea imposible. Como sucede con los esfuerzos que se realizan en otras áreas como la industria, el efecto de estas iniciativas se verá a largo plazo. En la edición de 2019, una reportera de EuroNews escribía que, una vez acabado, el festival tuvo que emplear a 1.200 voluntarios durante 6 semanas para terminar de separar y reciclar los residuos que dejaron los asistentes.
En cualquier caso, el movimiento es ya imparable y estas buenas prácticas tienen que seguir creciendo para que consigamos que hasta el último asistente a cualquier evento sea consciente de que tiene que abandonar el recinto sin dejar ni un gramo de basura detrás de él. Concienciación y acción, las piedras angulares de la sostenibilidad.