Uno de los grandes mitos que siempre sale a relucir cuando una empresa, de cualquier tamaño, se plantea ser sostenible, tiene que ver con lo costoso que esto podría llegar a resultarle. Pero lo cierto es que ser respetuoso con el planeta no implica, necesariamente, que se vayan a tener más costes de empresa.
El tamaño no importa (en cuestiones de sostenibilidad)
Antes de nada, cabe señalar que el compromiso con el medio ambiente no debe ser algo exclusivo de organismos públicos o de asociaciones dedicadas a este fin. También las empresas y, por supuesto, las personas particulares, tienen mucho que decir y que hacer a este respecto.
Está demostrado que una compañía (pequeña, mediana o grande) comprometida con el mundo y la sociedad, a la postre, se termina convirtiendo en una empresa más rentable y, en consecuencia, con mayores oportunidades en el mercado. Por otra parte, el hecho de que una empresa en la actualidad haga lo posible por cumplir los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), promovidos por Naciones Unidas, se está convirtiendo en un gran atractivo para empezar a hacer negocios.
Aclarado este punto, conviene repasar cuáles son aquellas medidas sostenibles que están al alcance de cualquier empresa y que, además, no tienen que estar reñidas con el ahorro y la contención.
Cómo ser sostenibles y no arruinarse en el intento
Son varias las prácticas sostenibles que se pueden llevar a cabo dentro de una empresa y que no conllevan grandes inversiones ni tener que destinar demasiados recursos.
- Separación de residuos: Cuando se reduce la producción de residuos, las materias primas se aprovechan más eficientemente. Por eso se recomienda implementar un sistema de recogida selectiva y seguidamente animar a todo el equipo a respetarlo.
- Uso de materiales reutilizables o reciclables: A este respecto se pueden hacer varios cambios. Por ejemplo, empezar a usar sobres verdes (disponibles en Correos) que pueden usarse para dos envíos en lugar de uno. Resultan especialmente cómodos para las empresas que envían documentos a sus clientes para que lo firmen y los devuelvan. También están las botellas de agua reutilizables y otros muchos productos que forman parte de nuestro día a día en la oficina
- Reducción de emisiones de CO2: Desde sustituir las reuniones presenciales por los encuentros online hasta ofrecer un horario de trabajo flexible o reducir el uso de energía utilizando bombillas inteligentes. Todo tiene como fin último hacer frente a la creciente cantidad de gases de efecto invernadero que atrapan el calor y que, al mismo tiempo, calientan la tierra.
Más sostenible, más competitivo
Y es que más allá de ayudar a reducir el impacto negativo del ser humano en la naturaleza, adoptar medidas de sostenibilidad puede llevar a las empresas a colocarse por delante de su competencia. Es más, puede incluso darse el caso de que una pyme pueda llegar a competir con una multinacional una vez se haya decidido a aplicar una estrategia de sostenibilidad.
Una reciente encuesta realizada por PwC, en la que han participado más de 30.000 personas en todo el mundo, apunta que alrededor de dos tercios de los consumidores han elegido a una determinada marca, y descartado al resto de competidores, por sus políticas ambientales.
Otro dato más que alentador proviene de una reciente encuesta realizada por la consultora Natixis, que viene a revelar que tres cuartas partes de los inversores profesionales ya están teniendo en cuenta factores ESG (environmental, social and governance), que hoy en día se han convertido en la referencia de la inversión socialmente responsable (ISR). Algunos de los criterios ESG más populares a nivel empresarial tienen que ver con las emisiones de CO2, la privacidad del consumidor, las relaciones laborales o el grado de transparencia.
En fin, que a estas alturas ya ha quedado más que confirmado que la sostenibilidad no es una mera moda que hará perder tiempo y dinero a los empresarios. Y son varios los argumentos que han demostrado que la sostenibilidad es una ventaja competitiva para las empresas y organizaciones.
Para empezar, la financiación, ya que hoy en día, gracias a la sostenibilidad, gozamos de un mejor acceso a la misma. Tanto a la pública, a través de fondos que pueden ser europeos o propios de cada país, como la privada, ya que cada vez hay más bancos ofreciendo bonos verdes y planteando mejores condiciones de financiación a empresas sostenibles o con proyectos medioambientales.
Tampoco hay que perder de vista el tema de la regulación, ya que cada vez son más las empresas que han decidido incorporar a sus plantillas nuevas figuras jurídicas que, además de un retorno económico, generan un beneficio social y ambiental. Es lo que en España se viene a denominar “sociedad de beneficio de interés común”.
Por último, está la atracción y retención del talento, algo que también se ha visto favorecido con el auge de la sostenibilidad. Y es que muchos profesionales, si les das a elegir, prefieren trabajar en empresas sostenibles. Una correcta gestión de las políticas medioambientales redunda en una mejor reputación corporativa y en la calidad como empleadores.