Que la industria del turismo encienda de nuevo los motores se puede interpretar como un signo más de que las cosas están volviendo a su cauce y que, pese a que queda mucho por hacer aún para librarnos de esta calamitosa pandemia, el ser humano ha levantado la cabeza y empieza a mirar al futuro con decisión y con ilusión.

En este nuevo modelo, el sector del turismo tiene un papel fundamental para no repetir errores del pasado y reconvertirse en una industria integradora, moderna y comprometida con el planeta. Pero no hay que olvidar la responsabilidad de los usuarios. Al viajar, no podemos olvidar que debemos seguir prestando atención a nuestro comportamiento: no dejar residuos en la naturaleza y seguir clasificando nuestras basuras en todo momento.

¿La industria más contaminante?

Con un volumen de negocio global estimado en más de 2,8 billones de dólares estadounidenses (aportación al PIB mundial, según datos de Statista de 2019), se trata de una actividad económica esencial para el progreso y riqueza de muchas regiones del mundo. 

Pero, como actividad humana, también genera unas consecuencias negativas para el planeta. Y es que algunas fuentes ya lo señalaban como una de las industrias más contaminantes del planeta.

El uso de medios de transporte es uno de los puntos más conflictivos para la contaminación, ya que sus emisiones de CO2 representaban, en el mundo previo a la pandemia, el 8% de las emisiones globales de gases de efecto invernadero.

Sin embargo, hay otros impactos, menos visibles y cuyo control podría generar un efecto muy positivo en la incidencia medioambiental del turismo.

Siguiendo un artículo publicado por Twenergy, hay cuatro áreas que se ven afectadas por la actividad turística:  la vegetación (por contaminación y degradación), el agua (residuos en playas o ríos), la geología y las ciudades (estas dos últimas como resultado de la urbanización sin control en alguna zonas).

¿De quién es la responsabilidad?

Ante esta situación, las instituciones ya están poniendo los medios de su parte, al menos iniciando conversaciones e intentando poner el foco en la responsabilidad de empresas e instituciones en la gestión responsable del turismo.

Las nuevas recomendaciones de la Organización Mundial del Turismo para la transición a una economía verde de viajes y turismo, presentan las principales líneas de acción y exhiben iniciativas pioneras de empresas y destinos turísticos que lideran el camino para lograr una mayor sostenibilidad, al tiempo que describen los pasos que pueden ayudar al turismo a recuperarse de la peor crisis de su historia de manera segura y responsable. Estas medidas se han trasladado con muy buena acogida a los ministros de turismo del grupo G20 a través de la OMT.

Industrias como la del transporte, hotelería, restauración y ocio tienen en su deber el ofrecernos alternativas más responsables para viajar con menos impacto. Sin embargo, como usuarios del turismo, no debemos dejar de lado nuestro papel en la obra: cuando visitamos espacios naturales, cuando compramos productos de alimentación o souvenirs, cuando escogemos nuestras actividades en destino. Algo tan importante como clasificar nuestros residuos en función del material y depositarlos en el contenedor correcto es algo que tenemos bastante aprendido en nuestra casa, pero a veces, cuando vamos fuera, dejamos de hacer.

El turismo es una actividad plenamente satisfactoria y muy necesaria. Amplía nuestros horizontes y nos da experiencias de vida. A cambio, sólo necesitamos prestar más atención y cuidado por aquellos lugares que visitamos, como si estuviéramos en nuestra propia casa. Al fin y al cabo, ¿no es el planeta nuestra casa?